LLAMADA INESPERADA

Ayer tenía una entrada lista para publicar pero por circunstancias ajenas a mi (que ahora entiendo) no logré hacerlo. Había escrito sobre aquello que te pedí en mi última carta: "Te extraño(...) pero si hay algo que no quiero extrañar en esta vida es tu voz, yo quiero seguir oyéndola, del modo que sea posible, quiero seguir escuchándote". Creía hasta ayer que no habías captado el mensaje, que tal vez no fui claro, o que simplemente tomaste y leíste esa linea como una más de las que comprendía la carta.

Ayer dormí temprano porque como cada Viernes me había dedicado a tomarme un tiempo para andar, definitivamente eso me cansó e hizo que me acostará antes de lo normal y por consecuencia no lograra publicar el post que tenía preparado.

Hoy al despertar, el celular registraba tu número: "3 llamadas perdidas - Rous - 10:33 pm". Para ser sincero creí que era parte de un sueño o algo así, volví tomar el celular y todo indicaba que SÍ, eras tú quien había llamado ayer. No lo pensé dos veces, eran cerca de la 10 de la mañana y casi por instinto te llamé. No me pregunté para que me llamaste o por qué lo hiciste, sólo sabía que ahora debía ser yo quien te hablara. Tú voz sonó afligida al decirme: "Hola Daniel", yo conocía esa tonalidad, sabía a la perfección que algo te sucedía y lo confirme cuando te lo pregunté: "¿Como estas?" - "No estoy muy bien Daniel". Tu voz casi entristecida me aseguraba que una gran desilusión rondaba en ti. No quise adivinar ni suponer. "Adivina Daniel, imagina" - "Tengo mucha imaginación, así que yo puedo imaginar muchas cosas" - "Es algo de lo que hablamos en casi nuestra última conversación". Habíamos hablado de muchas cosas hace dos semanas, las mas significativas eran dos: Tú tenías una nueva ilusión, y yo aún seguía enamorado de ti. No sabía en verdad a cual te referías. De pronto la llamada se tuvo que interrumpir, tú estabas a punto de subirte al transporte que en tres horas te llevaría a otra ciudad y no era propicio el momento para hablar, lo entendía, así que pedí que me escribieras un mensaje. El mensaje tardó menos de 5 minutos. Decía: "Ayer se terminó lo que tenía con (...)" Sólo atiné a mover ligeramente de lado a lado la cabeza como intentando buscar una explicación. No me alegré por la noticia (aunque hubiera sido normal que lo hiciera), solo sentí aquello que se siente cuando sabes que alguien a quien quieres no la pasa bien. Comprendí aquello de: "Si tú eres feliz, de alguna manera también lo seré, pero si tu rostro entristecido deja caer una lágrima, yo también estaré triste". Pero caramba, me dije: "Reacciona Daniel!, te está diciendo que ya no tiene nada con aquel chico, que se acabó, que sólo duró un mes, Daniel!!!! que esperas para saltar en un pie?". A pesar que lo intenté no conseguía alegrarme por la noticia. Poco importaba el motivo, el solo hecho de saber que estabas triste ocasionaba que yo también de alguna manera comparta esa tristeza. No me alegré ni por ti, ni por el, ni por mí. Habías captado el mensaje de la carta, y eso por ahora, era suficiente para mi.